Después de unos días de parón, hoy traigo a la bitácora una historia más propia de un programa del estilo de “Cuarto Milenio”, que no se ajusta demasiado al formato de La Guarida pero resulta bastante curiosa, además de que ocurrió en suelo español.
Plaza Mayor (Méjico). |
El 25 de octubre de 1593 un soldado filipino (de las entonces españolas Islas Filipinas) rondaba la céntrica plaza mayor de México con su arcabuz al hombro. Este soldado despertó la curiosidad de la población debido a que vestía un uniforme desconocido, totalmente distinto a los militares de la ciudad. Cuando los curiosos le preguntaron quién era y qué hacía allí el soldado algo desorientado les contestó que se encontraba custodiando las murallas de la ciudad de Manila (Filipinas) y no sabía cómo había llegado hasta allí.
El soldado filipino pensaba que se hallaba en algún lugar de la ciudad de Manila desconocido para él pero pronto descubrió que estaba en la capital del Virreinato de Nueva España, a 15.000 kilómetros de distancia.
Ruta del Galeón de Manila. En el mapa se puede apreciar la distancia entre Filipinas y el continente americano. |
Todo indicaba que este soldado no era más que un mentiroso que pretendía desertar, pero pronto despertó la duda y dio comienzo el misterio. El militar comunicó las últimas noticias importantes que acaecieron en Filipinas, como el asesinato del gobernador de las Filipinas, Pérez Dasmariñas, por parte de remeros chinos durante la expedición a las Islas Molucas (Indonesia). Al igual que era inviable viajar en un día de Filipinas a Méjico era imposible que tal noticia llegara ni tan si quiera en meses.
Fue entonces cuando la Santa Inquisición calificó el caso como un acto “satánico” y envió al filipino a prisión. Pero tras una investigación el soldado fue liberado y devuelto a su puesto en Manila, desconociéndose los motivos exactos de su excarcelación
La noticia de la muerte de Dasmariñas llegó a Méjico a bordo del Galeón de Manila, que cubría la ruta del pacífico y que tardaba entre tres y cuatro meses en arribar a costas mejicanas, pero aún así alguna de las fuentes que he consultado datan la llegada de tal información en noviembre de 1594, más de un año después de la llegada del “soldado perdido”.
El acontecimiento ha sido investigado en varias ocasiones a lo largo de la historia pero, obviamente, no ha quedado aclarada su veracidad.
Ahí queda eso… ¿misterio o tontería? A mí me da igual pero lo curioso de la historia si que no tiene discusión.