La batalla de Ceriñola fue un importante choque entre
españoles y franceses durante las llamadas “Guerras Italianas”, concretamente
durante la “Segunda Guerra de Nápoles”.
Representación de la batalla de Ceriñola (1503). |
Los franceses, mandados por Luis de Armagnac (Duque de
Nemours), poseían una fuerza con proporciones bastante habituales en ellos:
mucha caballería pesada, mercenarios (piqueros suizos) y bien de artillería.
Los españoles tenían bastante menos caballería y centraban
su fuerza en la infantería. Al mando de todos ellos estaba Gonzalo Fernández de
Córdoba, el Gran Capitán, quien, consciente de su inferioridad en fuerzas, se
apresuró en llegar con suficiente antelación a Cerignola (Nápoles). Para
alcanzar raudo la ciudad ordenó que cada jinete portase a un soldado junto a él
en su caballo. El propio Gran Capitán subió a un infante a su caballo, acallando
de esta forma las críticas a tan extravagante orden.
El Gran Capitán. |
De esta forma el ejército español llegó a Ceriñola con tiempo
suficiente para preparar el terreno (ocupar la posición más alta y construcción de trincheras, fosos, empalizadas, etc) e idear una estrategia que repeliera el
ataque francés
La táctica del Gran Capitán para acabar con la caballería
pesada francesa fue la siguiente, que narro según acaeció aquel día, 28 de
abril de 1503:
En primer lugar la caballería española cargó y se batió en
retirada en poco tiempo, atrayendo a la caballería pesada francesa hasta la
vanguardia, donde se dio de bruces con arcabuceros atrincherados y que
comenzaron a disparar a discreción (en esta carga perdió la vida Luis de Armagnac, a cuyo cadáver el Gran Capitán ordenó rendir honores). Los jinetes franceses trataron de rodear
las trincheras pero seguían recibiendo impactos españoles no solo de los
arcabuces, también de la artillería que ahora les tenía a su alcance. La caballería
francesa fue diezmada rápidamente y junto a ellos murió su comandante, el Duque
de Nemours que recibió tres disparos. Por primera vez en la historia un grupo
de infantería con arcabuces derrotó a la caballería en campo abierto, un hecho
que supuso que la infantería fuese la principal fuerza de todo ejército europeo
hasta principios del Siglo XX (durante cuatro siglos).
Durante la refriega, la artillería española sufrió un fuerte
varapalo pues toda la pólvora explotó de forma accidental. Para que este hecho
no debilitara el ánimo de sus soldados el Gran Capitán gritó "¡Ánimo!, ¡Estas
son las luminarias de la victoria!, ¡En campo fortificado no necesitamos
cañones!".
Figura de un arcabucero español del Siglo XVI. |
La infantería francesa atacó, mientras los
arcabuceros españoles les masacraban, hasta que estuvieron demasiado cerca y
Fernández de Córdoba mandó a primera línea a los lanquenetes (piqueros) alemanes,
debilitando más aún a los franceses.
Para finalizar la batalla el Gran Capitán dio orden a todas
sus tropas de cargar y rodear al restante del ejército galo.
Desde la primera carga de caballería hasta la rendición del
restante de tropas francesas transcurrió menos de una hora.
En una hora un
enfrentamiento que se planteaba difícil para el Gran Capitán derivó en una
victoria española que podríamos decir que fue una “Bicoca”, con menos de cien
bajas españolas.
Por orden de Fernández de Córdoba se hizo recuento de
cadáveres franceses, que ascendía a 3.664, aunque Tristán de Acuña, quien los
contó, afirmó que habría que añadir más de cien muertos más, puesto que fueron
enterrados antes de ser incluidos en la suma. Además, los galos perdieron la
artillería y la mayor parte de sus banderas.
Si los españoles centraban su fuerza en la infantería y tenían menos caballería, ¿cómo pudo montarse un infante con cada caballero?¿O solo se adelanto una parte para preparar el terreno y el resto les siguió a pie?
ResponderEliminarImagino que será más bien la segunda opción, irían a caballo todos los posibles para llegar cuanto antes.
EliminarY así nacio la infanteria mas poderosa del mundo durante los dos siglos siguientes.
ResponderEliminarGran entrada, un saludo y nos seguimos leyendo.
Y además presta atención a esta frase "un hecho que supuso que la infantería fuese la principal fuerza de todo ejército europeo hasta principios del Siglo XX (durante cuatro siglos)".
EliminarVamos que cambió por así decirlo la manera se hacer la guerra durante 4 siglos. Dándole más importancia a la infantería, que hasta ahora había sido relegada a un segundo plano en cuanto a importancia se refiere, detrás de la caballería.
Actualmente, podríamos hacer realidad el dicho aquel de Rodrigo Diaz de Vivar:
ResponderEliminarQUE BUEN CABALLERO, SI TUVIERA BUEN SEÑOR.
Querido Viriato, esta interesante cápsula me trae a la memoria, "mutatis mutandis", 'cambiando lo que hay que cambiar', la llamada "revolución hoplítica" griega, cuando entre el 700 y el 650 a.C. posiblemente, datación basada en la "Política" de Aristóteles, se evoca la sustitución de combatientes a caballo por la falange hoplítica; los hoplitas eran soldados de infantería pesada armados de coraza, casco, grebas, escudo redondo, lanza y espada corta; la presencia de no nobles en las filas de hoplitas y su ejercitamiento regular supuso grandes cambios de enormes consecuencias políticas: perdieron prestigio los "hippeis", las élites ecuestres, porque la táctica militar cambió y ya no eran los caballeros el nervio del ejército sino los hoplitas provenientes de una pujante clase media, cuando la tierra, en manos de la aristocracia, no es ya la única fuente de riqueza.
ResponderEliminarMuy enriquecedor artículo y muy significativo en la explicación de los cambios en el ejército europeo.
Mil bicos.
Por lo que cuentas ya ha pasado más de una vez en la historia que la infantería "releve" a la caballería. Interesante comparación.
EliminarEn Italia fue donde se consolidó el prestigio del Gran Capitán, ganado en las guerras de Granada. Hay una famosa conversación, en vísperas de la batalla del río Garellano, entre el mariscal De Tremoille y el embajador español Suarez de Figueroa, sobre Ceriñola, el duque de Nemours, que falleció allí y el Gran Capitán que habla bien del gran prestigio del español: le dijo el francés al embajador cuánto le gustaría entrar en combate con don Gonzálo y que estaría dispuesto a dar 20.000 ducados por ello, a lo que contestó el español: "Mucho más hubiera dado el duque de Nemours por no haberse encontrado con él en Ceriñola"
ResponderEliminarUn saludo y felicidades por blog. Es estupendo.
Lo primero, gracias por la felicitación, no deja de hacerme ilusión cada vez que alguien me da la enhorabuena por el blog, porque hay que tener en cuenta que ni soy un profesional de la escritura y, ni mucho menos, de la historia, así que de nuevo, gracias.
EliminarY sobre el prestigio ganado en Italia, creo que los soldados españoles en general consolidaron su prestigio en Italia. Muchas guerras, muchas batallas y, lo más importante, muchas victorias.
Un saludo y bienvenido.
Hay que ver con los franceses, se metieron donde no debían (Italia) y con la testarudez propia de los gabachos acabaron perdiendo batalla tras batalla tras la muerte del papa Borja.
ResponderEliminar¡Qué épica baña las Guerras Italianas y las de Flandes, cuando el sol no tenía huevos a ponerse en España!
¡Felicidades por un entretenidísimo blog!
Vaya, creo que nunca habían calificado esta bitácora como "entretenidísima", muchas gracias, bienvenido y espero volver a leer tus comentarios.
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